Francia se encuentra sacudida por el juicio del caso de Gisèle Pelicot, una mujer de 71 años que fue víctima de violaciones repetidas durante más de una década. El caso salió a la luz cuando se descubrió que su esposo, Dominique Pelicot, la drogaba para que otros hombres abusaran de ella mientras se encontraba inconsciente. En el tribunal, se están juzgando a 50 acusados por su implicación en los abusos, quienes en su mayoría han declarado estar al tanto del estado de inconsciencia de la víctima. Sin embargo, algunos alegan que creyeron que los actos eran consensuados, lo que añade complejidad a este proceso judicial.
Este episodio, calificado como «perturbador y alarmante» por diversos colectivos feministas y defensores de los derechos humanos, refleja una realidad mucho más amplia de violencia y sumisión química dentro del ámbito conyugal. Dominique Pelicot enfrentará cargos por haber orquestado este esquema que duró más de 10 años, mientras la justicia francesa avanza en el esclarecimiento de los hechos y la búsqueda de sentencias ejemplares.
En el marco del juicio, ha surgido la inquietud sobre la falta de intervención médica o familiar, ya que se cuestiona cómo fue posible que Pelicot permaneciera en este estado de vulnerabilidad durante tanto tiempo sin que nadie advirtiera su situación. Varios de los acusados han señalado la «extrañeza» de que la mujer nunca despertara, lo que, para algunos, debería haber sido motivo de alarma.
El caso Pelicot ha reabierto el debate sobre la violencia sexual y el uso de drogas para anular la voluntad de las víctimas en Francia. También ha llevado a reflexionar sobre los vacíos legales en la detección de la sumisión química y la complicidad en crímenes de esta naturaleza.
El tribunal aún debe escuchar a más testigos y expertos para determinar las responsabilidades individuales en este complejo entramado de abusos. Si son declarados culpables, los acusados podrían enfrentar hasta 20 años de prisión por violación agravada y otros cargos relacionados.