El allanamiento a dos clínicas veterinarias en Guaymallén por una denuncia de mala praxis destapó una caja de pandora y puso sobre la mesa un debate tan antiguo como desconocido para el gran público: el uso de medicamentos para humanos en animales. Lejos de ocultar la práctica, el Colegio de Veterinarios de Mendoza salió públicamente a defender a las profesionales implicadas, argumentando que esta acción, realizada bajo estricto criterio médico, no solo es habitual sino que a menudo es la única alternativa para salvar la vida de una mascota. Esta defensa generó sorpresa entre los dueños, quienes en su mayoría desconocían esta realidad de la medicina veterinaria.
Pero, ¿por qué un veterinario recetaría un fármaco pensado para personas a un perro o un gato? La respuesta, según los expertos, tiene múltiples facetas. En primer lugar, existe lo que se conoce como «vacío terapéutico»: no todos los principios activos necesarios para tratar ciertas patologías animales están disponibles en formulaciones veterinarias específicas. La industria farmacéutica animal es considerablemente más pequeña que la humana, por lo que muchos desarrollos no llegan a este mercado. En segundo lugar, en situaciones de urgencia, como una intoxicación o un shock anafiláctico, el profesional debe actuar con lo que tiene a mano, y muchas veces un medicamento de uso humano es la única herramienta disponible para estabilizar al paciente.
El Colegio fue enfático al aclarar que esta práctica no es indiscriminada. Requiere un profundo conocimiento de farmacología comparada para ajustar las dosis, ya que el metabolismo de cada especie es diferente y lo que es seguro para un humano puede ser tóxico para un animal, y viceversa. Por ejemplo, el paracetamol es letal para los gatos. La defensa corporativa busca educar a la población y evitar la estigmatización de una práctica que, aseguran, se realiza con responsabilidad y con el único objetivo de velar por el bienestar animal cuando las opciones específicas se agotan. Una revelación que cambia la perspectiva sobre lo que ocurre puertas adentro del consultorio.