El reciente anuncio del aumento en la Tarifa de Transporte en Mendoza ha generado el habitual malestar ciudadano, pero la indignación crece al desvelar el oculto motivo por el cual esta suba inicial esconde un impacto mucho mayor y más sostenido en el bolsillo de los mendocinos. No es solo el nuevo costo del boleto, sino la modificación en la fórmula de actualización que lo hará insostenible a corto plazo.
La clave del problema reside en que el Gobierno provincial, además de convalidar el aumento solicitado por las empresas, ha indexado una porción mayor del costo del pasaje a variables económicas de alta volatilidad, como el precio del combustible y la paritaria salarial de los choferes. Esto significa que la Tarifa de Transporte ya no dependerá tanto de decisiones políticas trimestrales, sino de la inercia inflacionaria, garantizando subas más frecuentes y abruptas.
El motivo oculto es, en esencia, la despolitización del costo, trasladando la presión inflacionaria directamente al usuario. Al ser la provincia de Mendoza una de las más afectadas por la inflación de los últimos meses, esta indexación automática generará un efecto bola de nieve. Para el mendocino que utiliza el micro diariamente, la Tarifa de Transporte podría experimentar dos o tres aumentos más antes de fin de año, agotando rápidamente el presupuesto familiar.
Box Diario consultó a economistas locales, quienes señalaron que un trabajador que destina un 10% de su salario a movilidad, podría ver ese porcentaje duplicado en menos de seis meses. «Lo que parece un aumento ‘razonable’ hoy, terminará siendo un desangre semanal para las familias de menores ingresos. Es una bomba de tiempo en la economía doméstica», afirmó un especialista.
La indignación social se justifica porque la mejora en el servicio no acompaña el incremento en el costo. La promesa de valor de esta nota es clara: la Tarifa de Transporte es hoy un vehículo de la inflación. La única manera de protegerse es anticipar que, al final del camino, esta tarifa te dejará sin un peso disponible para otros gastos esenciales. El debate no debería centrarse solo en el precio actual, sino en la fórmula que garantiza la pobreza futura.
