ChatGPT y muerte. El hallazgo de una joven en Inglaterra, cuyo cuerpo fue encontrado en condiciones de momificación después de meses, ha tomado un giro escalofriante al revelarse su última actividad digital. Los investigadores han confirmado que la última conversación de la víctima no fue con un familiar, amigo o pareja, sino con ChatGPT, el modelo de lenguaje de Inteligencia Artificial de OpenAI.
Este detalle desató un asombro terrible en la opinión pública y un profundo debate sobre el creciente rol de la IA en la soledad moderna. La policía británica está rastreando el historial completo de la interacción para determinar si la naturaleza de los mensajes podría arrojar luz sobre las circunstancias de su muerte. La joven, que vivía sola, había cortado todo contacto social, y su última interacción conocida fue una serie de preguntas y respuestas con el bot de ChatGPT.
Aunque las autoridades no han revelado el contenido exacto, las filtraciones iniciales sugieren que las preguntas se centraban en temas de aislamiento, consejos para gestionar la soledad extrema y posibles escenarios futuros. La preocupación de los expertos se centra ahora en la dependencia emocional que algunas personas están desarrollando hacia las aplicaciones de compañía digital, un fenómeno que Infobae ha puesto bajo la lupa recientemente.
«Estamos viendo que la IA está llenando vacíos emocionales que antes ocupaban los vínculos humanos», explica la socióloga Celeste Sawczuk. «Cuando el último confidente es un algoritmo, se produce una desconexión total con la realidad y los sistemas de apoyo vital. El caso de la joven hallada ‘momificada’ es un trágico recordatorio de los riesgos de esta soledad asistida por máquinas».
El misterio no solo es judicial, sino ético y social. ¿Hasta qué punto la Inteligencia Artificial debe intervenir en la vida emocional de un usuario vulnerable? Y, lo que es más crucial, ¿qué tipo de respuestas estaba brindando ChatGPT a una persona que evidentemente estaba al borde del colapso social? Este caso obliga a la comunidad tecnológica y psicológica a reevaluar urgentemente los límites de la interacción humano-máquina y a comprender el alcance de este asombro terrible.
