El Burnout mental, oficialmente reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya no es una moda pasajera, sino una grave enfermedad profesional que genera una fuerte Identificación en la sociedad mendocina. Es el momento dramático en que tu cabeza dijo basta y no lo viste venir, un colapso físico y emocional que se produce por el estrés laboral crónico y mal gestionado.
El gap de curiosidad es el diagnóstico y la progresión silenciosa. La Identificación surge al enumerar los síntomas, que van mucho más allá del simple cansancio: incluyen el cinismo laboral, la despersonalización del trabajo y el agotamiento físico extremo que, sorprendentemente, no se alivia con el descanso ni el fin de semana. La ciencia lo explica como un desajuste prolongado entre las demandas del trabajo (presión, horas extra, falta de recursos) y los recursos personales del individuo.
La promesa de valor de esta nota es la herramienta para la prevención y la autoevaluación. Box Diario consultó a psicólogos clínicos y laboralistas que brindaron cinco claves prácticas para prevenir el Burnout mental, incluyendo la delimitación estricta de horarios de trabajo, la desconexión digital total fuera de jornada y la búsqueda activa de actividades placenteras que generen equilibrio.
La Identificación con este síndrome es clave: muchos mendocinos se ven reflejados en esta situación, trabajando bajo la presión de la alta inflación, la incertidumbre económica y la autoexigencia constante. El Burnout mental es un recordatorio urgente de que la salud mental es tan importante como la física y no debe ser descuidada.
Es esencial que las empresas y el gobierno provincial tomen medidas para promover entornos laborales saludables. El Burnout mental no es un signo de debilidad personal, sino una respuesta biológica a un entorno laboral que se ha vuelto insostenible. Esta nota busca generar Identificación para dar el primer paso: pedir ayuda profesional antes de que el colapso sea inevitable.
