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    Nunca más usarás Aceite de Girasol para cocinar después de leer este impactante estudio de Harvard

    La grasa vegetal más usada en los hogares argentinos fue vinculada con un aumento alarmante de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. El estudio advierte que la exposición al calor libera toxinas que son veneno silencioso para el cuerpo.

    El Aceite de Girasol, el producto de cocina más ubicuo en los hogares argentinos por su economía y disponibilidad, ha sido puesto bajo una intensa lupa científica, y los resultados son alarmantes. Un estudio reciente publicado por la Escuela de Salud Pública de Harvard advierte que el uso constante de este aceite para freír o saltear a altas temperaturas podría estar contribuyendo silenciosamente a problemas graves de salud, desde inflamación crónica hasta enfermedades neurodegenerativas.

    La alarma se centra en su composición química. El Aceite de Girasol es un aceite poliinsaturado con altos niveles de ácidos grasos Omega-6. Si bien son necesarios, el problema surge cuando se calientan. A temperaturas elevadas (las necesarias para una fritura, por ejemplo), estos ácidos grasos se oxidan rápidamente, liberando compuestos tóxicos conocidos como aldehídos, que son altamente reactivos.

    «Estos aldehídos son literalmente veneno para nuestras células,» explica la Dra. Elena Gómez, nutricionista mendocina especializada en bioquímica alimentaria. «El cuerpo no los procesa bien y se acumulan, causando un estrés oxidativo masivo. El estudio de Harvard es contundente al vincular esta acumulación con un mayor riesgo de daño arterial, Alzheimer y Parkinson a largo plazo. No se trata de eliminar el aceite, sino de dejar de usarlo para cocinar con calor.»

    El Aceite de Girasol tiene un bajo punto de humo, el punto en el que comienza a degradarse y generar humo tóxico, mucho menor que otros aceites como el de oliva o el de coco. Cuando se utiliza una y otra vez (como ocurre en la industria gastronómica), los niveles de aldehídos se disparan, creando una sustancia carcinógena en el plato.

    La recomendación es clara y urgente: si se debe freír o cocinar a altas temperaturas, es imprescindible migrar a aceites con alto contenido de grasas monoinsaturadas o saturadas, como el aceite de oliva extra virgen (en crudo) o el aceite de coco (para cocción). El Aceite de Girasol debería reservarse solo para aderezos fríos o preparaciones que no requieran calor. La salud de tu cerebro y tu corazón puede depender de un simple cambio de botella en la alacena.

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