Los obreros de una construcción en la calle San Martín jamás imaginaron que una simple excavación revelaría un tesoro arqueológico de valor incalculable. Este sitio, que permaneció oculto por siglos, demuestra una presencia incaica mucho más avanzada de lo que se creía.
Mendoza se despertó hoy con una noticia que detiene el pulso de la historia y reconfigura su pasado precolombino. Durante las excavaciones para la cimentación de un nuevo edificio en pleno corazón de la calle San Martín, a pocos metros de la Peatonal, un equipo de obreros se topó con muros de piedra perfectamente conservados que no pertenecían a la arquitectura colonial. Lo que inicialmente se creyó un vestigio del siglo XVIII, resultó ser un complejo de Ruinas Inca de más de mil años de antigüedad.
El asombro fue mayúsculo cuando los arqueólogos del CONICET, convocados de urgencia, confirmaron que se trata de un Tambo (posta de descanso y aprovisionamiento) o incluso un pequeño centro ceremonial que data del período de expansión incaica. «Es un hallazgo inalterado», declaró la Dra. Ana Soria, jefa del equipo, con una emoción palpable. «Las estructuras de piedra están completas, y encontramos artefactos de cerámica, textiles y herramientas que nos hablan de una complejidad social y una densidad de población incaica en Cuyo mucho mayor de lo que asumíamos.»
Hasta ahora, la narrativa histórica de Mendoza se centraba en su rol como punto intermedio y periférico del Imperio Inca. Este descubrimiento de las Ruinas Inca sugiere, por el contrario, que la zona de lo que hoy es el centro mendocino pudo haber sido un núcleo administrativo y logístico de gran importancia en el camino del Qhapaq Ñan (el camino del Inca).
La clave del misterio reside en la conservación: al haber sido sepultado por un deslizamiento de tierra o quizás por un antiguo aluvión, el sitio quedó sellado, protegiendo los restos de la erosión y, crucialmente, de la intervención humana posterior. Esto lo convierte en uno de los sitios incaicos más valiosos de Argentina.
La noticia tiene un impacto inmediato en el desarrollo urbano. La obra de construcción ha sido paralizada indefinidamente por orden judicial, y el gobierno provincial ya evalúa la posibilidad de convertir la zona en un museo de sitio. El debate ya está abierto: ¿Mendoza priorizará la urgencia constructiva o el valor incalculable de un patrimonio que nos conecta con una civilización milenaria justo debajo de nuestros pies? La historia de Mendoza acaba de escribir un capítulo nuevo, dictado por las piedras que yacían en silencio por siglos.




