La tensión entre Venezuela y Estados Unidos ha escalado a niveles de máxima intriga tras las recientes declaraciones del presidente Nicolás Maduro, quien afirmó que el país ha desarrollado una «capacidad defensiva inédita» en respuesta a las acciones militares de Washington en el Caribe. Este anuncio, que genera una gran intriga sobre el verdadero poder militar de Caracas, se produce después de que Estados Unidos justificara un doble ataque ilegal contra una lancha de la Guardia Costera venezolana en aguas internacionales.
La «capacidad defensiva inédita» a la que alude Maduro no es una simple bravuconada; según analistas militares, se refiere a la incorporación de tecnología de defensa aérea de origen ruso y chino. Se sospecha que Venezuela ha logrado integrar sistemas de misiles de mediano y largo alcance que podrían desafiar la hegemonía aérea en el espacio aéreo venezolano. La intriga se centra en los detalles: ¿Se trata de sistemas S-300 o de tecnología de drones avanzados con capacidad de ataque? Maduro no especificó, manteniendo el velo de intriga sobre su poder.
La intriga geopolítica aumenta porque la declaración de Maduro es una respuesta directa al «doble ataque» ilegal justificado por Estados Unidos, que alegó una operación antinarcóticos en el Caribe. Venezuela ha condenado la acción como una violación de la soberanía. El despliegue de esta nueva «capacidad defensiva» es un mensaje de Maduro a la Casa Blanca: cualquier intento de incursión o agresión en aguas o espacio aéreo venezolano encontrará una resistencia tecnológica inesperada.
El impacto en la región, incluyendo a Mendoza, es la inestabilidad. Un conflicto abierto en Venezuela podría desatar una crisis migratoria y económica sin precedentes en Latinoamérica. La intriga sobre la real capacidad militar de Maduro es un factor disuasorio que, paradójicamente, podría evitar un conflicto. El gobierno de Venezuela busca generar una percepción de riesgo para cualquier potencia que intente una intervención. Mientras el mundo debate la veracidad de esta «capacidad defensiva inédita», la intriga se mantiene y la región observa con cautela los movimientos en Caracas y Washington.
