El contundente triunfo electoral del oficialismo, lejos de traer calma, abrió una olla a presión en el seno del Gobierno, forzando al presidente Javier Milei a dilatar la jura de parte del nuevo Gabinete post-elecciones. La designación de Pablo Quirno como Canciller, que sí se concretó, no logró aplacar la intriga y las especulaciones sobre una interna recrudecida que tiene a dos nombres clave en la cuerda floja total.
Fuentes de Casa Rosada confirmaron que la demora en la reestructuración responde a un intento de Milei por negociar apoyos legislativos y alianzas con sectores provinciales antes de consolidar el equipo final. Los dos funcionarios más complicados provienen de áreas sensibles que requieren consenso para las reformas que se avecinan: Infraestructura y Capital Humano.
En primer lugar, el ministro de Infraestructura se encuentra bajo una intensa revisión. La cartera es vital para el éxito del plan de privatizaciones y de la obra pública a la baja. La victoria electoral ha reavivado la necesidad de un perfil con mayor capacidad de diálogo con los gobernadores y los gremios de la construcción. El nombre en cuestión estaría siendo resistido por un sector de la alianza que considera que su estilo ha sido «demasiado confrontativo» para la etapa de consensos que se abre.
El segundo nombre en riesgo es un alto funcionario de Capital Humano. Las disputas internas por la gestión de programas sociales y la relación con los movimientos sociales han desgastado su posición. La victoria de LLA en el conurbano bonaerense se interpretó como una oportunidad para reorientar la política social, lo que exige un cambio de timing y, posiblemente, de liderazgo. La presión para que esta cartera, considerada la más grande del Ejecutivo, muestre resultados rápidos y evite conflictos con las organizaciones piqueteras es enorme.
La intriga se dispara porque, a diferencia de otras gestiones, Milei parece estar atando los cambios de su Gabinete no solo a la lealtad personal, sino a la efectividad política y la capacidad de obtener leyes en el nuevo Congreso. El presidente, según sus allegados, está dispuesto a sacrificar perfiles ideológicos a cambio de capacidad de gestión y articulación parlamentaria. Los próximos días serán decisivos para estos dos funcionarios, cuya suerte se definirá en el tenso tablero de la post-elección.




