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    Automedicación: El riesgo oculto de la automedicación, tomar analgésicos o antibióticos sin supervisión tiene consecuencias terribles.

    Automedicación. El dolor de cabeza o un resfrío común se han convertido en la excusa perfecta para caer en la trampa más peligrosa de la salud pública: la automedicación. Lo que parece un acto inofensivo de comodidad o ahorro de tiempo puede desencadenar consecuencias terribles e irreversibles en el organismo. Los expertos consultados por este medio alertan que el uso indiscriminado de medicamentos de venta libre, especialmente analgésicos y antibióticos, está creando una crisis silenciosa.

    En el caso de los analgésicos, el riesgo principal es el «dolor de cabeza por rebote». El uso crónico de estas pastillas, lejos de curar el problema original, provoca que el cuerpo desarrolle una dependencia y el dolor regrese con más fuerza apenas cesa el efecto. Esto obliga al paciente a consumir dosis mayores, generando un círculo vicioso que puede derivar en úlceras gástricas, daño renal o hepático severo. La falsa sensación de control es, de hecho, una pérdida de control sobre la salud.

    Pero la amenaza más grave reside en los antibióticos. Cuando una persona recurre a la automedicación para tratar una infección viral (contra la que los antibióticos no sirven) o no completa el ciclo de tratamiento indicado por un médico, está contribuyendo a un problema global: la resistencia antimicrobiana. El organismo aprende a neutralizar el medicamento, volviéndolo ineficaz.

    El Dr. Daniel López Rosetti, un referente en la materia, es categórico: «La automedicación con antibióticos es un crimen contra el futuro de la salud. Estamos creando superbacterias para las que no tendremos defensa». Este fenómeno significa que enfermedades hoy tratables, como una simple neumonía, podrían volverse mortales en pocos años. Para Mendoza, que tiene altos índices de consumo de farmacéuticos por habitante, esta advertencia es crucial.

    La solución reside en un cambio cultural radical. La promesa de valor es simple: consulta antes de consumir. Es fundamental entender que un medicamento tiene efectos secundarios y puede interactuar peligrosamente con otros tratamientos o condiciones preexistentes. No permitas que el miedo a ir al médico se convierta en una amenaza real para tu vida. La pastilla fácil es, a menudo, la solución más peligrosa.

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