La carrera política de Guillermo Moreno, exsecretario de Comercio Interior, siempre estuvo marcada por la controversia, pero su batalla legal ha llegado a un punto de inflexión definitivo. La Corte Suprema de Justicia de la Nación emitió un fallo que confirma las condenas previas por los delitos de amenazas y peculado (malversación de fondos públicos), dejando al exfuncionario inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos. Esta decisión final no solo cierra un capítulo judicial, sino que genera un palpable alivio en los ámbitos de la Justicia y la política democrática.
La entidad principal es Guillermo Moreno, y el «golpe final» se da en la esfera de la legalidad. El fallo de la Corte Suprema, al ser la máxima instancia judicial, es inapelable y pone fin a una serie de recursos que el exfuncionario había interpuesto. La inhabilitación permanente es la consecuencia más dura y significativa, ya que lo excluye del escenario político electoral que tanto buscaba en los últimos años. El alivio para la Justicia reside en demostrar que, a pesar de los años que puedan transcurrir, los procesos de rendición de cuentas finalmente se concretan, reforzando la credibilidad del sistema.
Una de las condenas clave que la Corte ratificó es la de peculado, que se relaciona con el uso de fondos públicos para fines privados, una práctica que fue severamente cuestionada durante su gestión. La otra es la de amenazas, vinculada a episodios de intimidación a periodistas, empresarios y otros funcionarios. La confirmación de ambas sentencias subraya la gravedad de las conductas que fueron juzgadas.
Para quienes observan la política argentina desde afuera, el cierre del caso Guillermo Moreno representa un símbolo. En una época donde la impunidad parece ser la norma, un fallo tan contundente de la Corte Suprema cumple una función pedagógica y restaurativa. El alivio no es solo político; es social. Demuestra que ni siquiera las figuras más poderosas y polémicas pueden eludir indefinidamente el peso de la ley.
La promesa del titular sobre el «golpe final» se cumple con la inhabilitación a perpetuidad. La condena a Guillermo Moreno no es solo una victoria de la Justicia, sino una reafirmación del Estado de Derecho. El exsecretario, acostumbrado a los escándalos y los enfrentamientos mediáticos, enfrenta ahora un futuro donde su influencia se verá limitada por la resolución judicial más alta del país.
