El reciente asalto con escalamiento en un barrio residencial de Godoy Cruz, que terminó con la detención del delincuente, lejos de traer tranquilidad, disparó una ola de Ira y expuso la dramática realidad de la Inseguridad en Mendoza. La detención no se debió a un operativo exitoso o una estrategia policial de inteligencia, sino al impactante error de un ladrón amateur que dejó una huella dactilar clave en la escena del crimen.
El delincuente, tras someter a una familia y robar objetos de valor, cometió un fallo básico: tocó un objeto de vidrio sin guantes al intentar forzar una ventana, dejando una huella limpia que fue levantada por la Científica. Este detalle, propio de una película de bajo presupuesto, es el que condujo a su identificación.
La Ira se dirige a la paradoja: la eficacia del sistema de seguridad de Mendoza parece depender más del descuido de los criminales que de la proactividad de las fuerzas del orden. Este caso de Inseguridad en Godoy Cruz, una de las zonas más azotadas por el delito, es un espejo de una falla estructural mayor. Las cámaras de seguridad privada fueron clave para la reconstrucción del hecho, no así las cámaras municipales, que fallaron en el momento crucial.
La promesa de valor se cumple al exponer el error sistémico. La Inseguridad es dramática porque la policía actuó a partir de una evidencia regalada, no de una pesquisa. Si el ladrón hubiese sido mínimamente profesional, la familia habría pasado a engrosar la lista de casos sin resolver.
El debate se centra en la inversión en tecnología y capacitación. Mientras los delincuentes parecen estar operando con mayor audacia, la respuesta estatal se percibe reactiva e insuficiente. La Ira es el sentimiento dominante porque la sensación de vulnerabilidad no desaparece con la detención de un solo hombre; lo que se exige es una estrategia de seguridad integral que no dependa de los fallos de los criminales para lograr resultados.
