Justo cuando el sector vitivinícola mendocino enfrentaba una caída histórica de consumo, un giro inesperado en el mercado asiático revirtió el panorama. Una decisión de China, el gigante de las importaciones, ofrece una inyección de esperanza vital para la industria del Malbec.
Mientras la industria vitivinícola mendocina se lamentaba por la caída del consumo interno, un «dato oculto» en la balanza comercial de la provincia trajo una enorme bocanada de esperanza: un crecimiento no anticipado en el mercado chino. Este crecimiento, impulsado por una particularidad en la logística asiática, no solo salvó las exportaciones de Malbec del estancamiento, sino que abrió una ventana de oportunidad única para Mendoza.
El dato clave es la «demanda de vinos de guarda listos para el consumo» en la franja de precio medio-alto. Debido a la escasez de cosechas recientes de alta calidad en Europa, los importadores chinos se volcaron al Malbec mendocino con más de tres años de guarda, valorando su estabilidad y calidad. Este nicho, ignorado por muchos productores enfocados en el vino joven, se convirtió en el salvavidas financiero de varias bodegas.
Este fenómeno trae esperanza porque obliga a la industria a revalorizar sus vinos de guarda y a diversificar su riesgo más allá de los mercados tradicionales de Estados Unidos y Europa. Además, el gobierno provincial está negociando directamente con brokers chinos para asegurar la permanencia de esta demanda, buscando eliminar trabas arancelarias y logísticas que suelen complicar el comercio con el gigante asiático. La esperanza es que este sea el inicio de una relación comercial más profunda, que le dé al Malbec la estabilidad que la economía interna le niega.




