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    La traición de Larreta a Macri que todos esperaban se confirma hoy: el inesperado destino político

    El cisma político que se cocinaba a fuego lento en la principal coalición opositora de Argentina explotó hoy. Horacio Rodríguez Larreta, una de las figuras históricas del PRO y referente de Juntos por el Cambio, formalizó lo que en los círculos políticos se percibía como inevitable: su pase a las filas del peronismo no kirchnerista. Esta movida, catalogada abiertamente como una «traición» por el ala dura de su ex partido, redefine por completo el panorama electoral con miras a 2027.

    La noticia de la traición de Larreta se confirmó tras un comunicado emitido por su equipo, donde se alegó la necesidad de «ampliar la base de consenso y construir un camino de gobernabilidad sin grietas». Sin embargo, el anuncio oficial fue precedido por una fotografía que se viralizó a primera hora: Larreta reunido con el gobernador de Córdoba y otros dirigentes justicialistas, sellando lo que se interpreta como un acuerdo de coalición para las próximas presidenciales.

    La reacción de Mauricio Macri y sus aliados fue de furia inmediata. En su cuenta de Twitter, el expresidente arremetió con una frase contundente: «La ambición personal superó la lealtad. Esta traición de Larreta quedará marcada en la historia de nuestro espacio como un acto de oportunismo puro.» La ruptura no es solo ideológica, sino emocional, y expone las fisuras internas que Juntos por el Cambio arrastraba desde las últimas elecciones.

    Para el peronismo, la jugada es un golpe de efecto magistral. La incorporación de Larreta les permite captar el voto moderado y de centro que se sentía huérfano, configurando un frente amplio con una alta competitividad. Los analistas de Box Diario coinciden en que la maniobra de Larreta es un cálculo frío y pragmático: al no poder ganar la interna, optó por aliarse con la fuerza que le ofrece la mejor plataforma para su proyecto presidencial.

    La traición de Larreta marca el fin de una era de unidad opositora y obliga al PRO a redefinir su liderazgo. Lo que queda es un sector macrista radicalizado que se siente abandonado y un electorado que asiste con indignación a un nuevo juego de sillas políticas donde la ideología parece ser menos importante que el poder. La frase que resuena hoy en el Congreso es que, en política, la lealtad tiene un precio, y Larreta decidió pagarlo.

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