El conflicto en el Medio Oriente ha entrado en una fase de máxima escalada, generando un profundo miedo a una guerra regional. Israel ha intensificado sus ataques aéreos contra objetivos de Hezbollah en el sur del Líbano, en respuesta a la actividad de misiles y drones de la organización libanesa. El miedo es que este cruce de fuego se descontrole.
El miedo se debe al poder militar de Hezbollah. La organización libanesa posee un arsenal de misiles de precisión que pueden alcanzar el centro de Israel. La respuesta de Israel con ataques quirúrgicos en el Líbano es un intento de degradar la capacidad operativa de Hezbollah, pero también un riesgo calculado que podría desatar una guerra total.
El miedo de la comunidad internacional es que el conflicto se extienda a otros países de la región (Irán, Siria). La guerra entre Israel y Hezbollah sería devastadora para Líbano y tendría un impacto masivo en la economía global (petróleo, gas). El miedo es que no existe una solución diplomática a la vista, y ambas partes están dispuestas a escalar el conflicto.
La preocupación es máxima. El Gobierno de Israel ha evacuado a la población de sus fronteras con Líbano en previsión de una guerra. El miedo a un ataque con misiles es real. La comunidad internacional ha pedido contención, pero la retórica y las acciones militares sugieren que Israel y Hezbollah están al borde de una guerra abierta.




