El expresidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva que redujo drásticamente la admisión de refugiados EEUU al país, cayendo en un 94% del promedio histórico. La medida, que prioriza un grupo étnico específico, desató una ola de indignación mundial.
La política migratoria de Estados Unidos es un tema de constante debate global, pero una reciente orden ejecutiva del expresidente Donald Trump, que reduce la admisión de refugiados EEUU a niveles históricos, ha generado una profunda indignación en organizaciones de derechos humanos. La medida no solo recorta la cuota, sino que establece un criterio de selección que es considerado discriminatorio.
El «cambio brutal de Trump sobre refugiados EEUU» establece un límite de 7.500 admisiones anuales, una reducción del 94% respecto al promedio de años anteriores. La indignación se debe a que la medida se aplica en un momento de crisis humanitarias globales, con millones de personas desplazadas por guerras y conflictos. Trump justificó la decisión alegando preocupaciones de seguridad nacional y el costo para los contribuyentes.
Lo que aumentó la indignación fue la priorización de la admisión de «sudafricanos blancos» frente a otras comunidades que enfrentan persecución. Esta clara distinción, basada en un criterio étnico, fue calificada como una política de apartheid migratorio por grupos de la oposición y de derechos civiles.
La indignación es un llamado a la reflexión sobre la responsabilidad global de las potencias mundiales. Estados Unidos ha sido históricamente un destino clave para los refugiados EEUU que huyen de la violencia. Al cerrar sus puertas, Trump envía un mensaje de aislacionismo que choca con los principios humanitarios básicos.
La promesa de la nota es cumplida al exponer el cambio brutal (la reducción del 94% y la priorización étnica) y la indignación que genera. La política de refugiados EEUU de Trump es un revés para los derechos humanos y un recordatorio de cómo las decisiones políticas pueden afectar la vida de millones de personas vulnerables.
