La crisis económica nacional sigue obligando a los municipios mendocinos a tomar decisiones drásticas, y San Carlos ha elegido tocar el corazón de su identidad cultural. Con el objetivo de realizar un significativo ahorro estatal, la comuna decidió unificar dos de sus eventos más importantes: la tradicional Fiesta de la Vendimia departamental y la Fiesta de la Tradición. Esta medida, aunque fiscalmente responsable, ha provocado una profunda nostalgia y debate sobre el sacrificio cultural.
El municipio justificó la decisión señalando que la duplicidad de eventos en un corto lapso de tiempo representaba una sangría de recursos que ya no es sostenible. La Vendimia y la Fiesta de la Tradición, si bien comparten un espíritu folclórico, poseen identidades y fechas separadas. La Vendimia celebra el fruto de la vid y el trabajo vitivinícola, mientras que la Fiesta de la Tradición honra las costumbres gauchas y el patrimonio histórico. Al fusionarlas en un único evento, el municipio estima que el ahorro se traducirá en decenas de millones de pesos, dinero que podrá destinarse a obras públicas prioritarias o asistencia social.
El cambio, sin embargo, ha generado un sentimiento de nostalgia entre los sancarlinos. El calendario de la Vendimia no es solo una celebración; es un ritual social que marca el pulso anual. Muchos temen que, al combinar ambos eventos, la esencia y la profundidad de cada uno se diluyan. La preocupación es que la magnitud del espectáculo de la Vendimia termine eclipsando la solemnidad y el valor histórico de la Tradición, o viceversa. El desafío artístico será monumental: crear un guion que logre amalgamar la epopeya de la cosecha con la identidad del campo mendocino, sin que ninguna de las narrativas pierda peso.
La nostalgia por la Vendimia tal como se la conoce obliga a la gestión municipal a ser extremadamente cuidadosa en la ejecución. No se trata solo de recortar gastos, sino de gestionar el patrimonio emocional de la comunidad. Los organizadores han prometido que el nuevo formato será «innovador y respetuoso», pero la prueba de fuego vendrá con la reacción del público. Mientras el ahorro económico genera alivio en las arcas municipales, la pérdida de la Vendimia separada deja un vacío en el corazón festivo del Valle de Uco, un vacío teñido de nostalgia por lo que se fue en nombre de la austeridad.




