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    La impactante realidad de los precios congelados que demuestra por qué el plan fue decepción total

    El programa de precios congelados, concebido como un escudo protector para el bolsillo de los argentinos frente a la inflación descontrolada, se ha consolidado como un sinónimo de decepción y frustración para el consumidor mendocino. A pesar de los anuncios grandilocuentes del Gobierno, la realidad en los principales supermercados del Gran Mendoza y del interior provincial muestra una cruda verdad: el plan no está funcionando como una política de contención efectiva, sino como un generador de desabastecimiento selectivo.

    La «impactante realidad» es el fenómeno de la falta de stock de los productos incluidos en el listado de precios congelados. Recorridos realizados por los equipos de Box Diario en diferentes puntos de venta revelaron que artículos clave de la canasta básica, como aceite, leche en sachet o fideos de primera marca, simplemente desaparecen de las góndolas a los pocos días de implementado el congelamiento. Esta carencia es el principal motor de la decepción ciudadana. El consumidor no encuentra el producto al precio prometido, y se ve obligado a recurrir a alternativas más costosas.

    Los economistas de la región explican que esta dinámica es previsible: al obligar a las empresas a vender a un precio que no cubre sus costos de producción, o que limita severamente su rentabilidad, la respuesta empresarial más lógica es restringir la oferta. En lugar de abastecer completamente las góndolas con productos a precios congelados, las compañías dirigen sus stocks hacia canales menos regulados o simplemente reducen la producción de esas referencias.

    Esto lleva a la segunda fuente de decepción: el encarecimiento de los productos sustitutos. Si el consumidor no encuentra la leche regulada, debe comprar una marca premium o una de segunda línea que, si bien no está en el listado de congelamiento, ha aumentado su precio libremente. Esto demuestra que la presión inflacionaria no se elimina, solo se traslada, creando una decepción doble para las familias de Mendoza. El resultado final para el poder adquisitivo es el mismo: una pérdida constante.

    El plan se convierte, por lo tanto, en una decepción total porque falla en su propósito fundamental: garantizar el acceso a una canasta básica a un precio justo y estable. Los precios congelados generan una ilusión de control que se desvanece al enfrentarse a la estantería vacía. Los mendocinos exigen políticas que ataquen la inflación de raíz, y no paliativos que solo resultan en más frustración y decepción. La promesa de valor de esta nota es explicar por qué el plan fracasa en la práctica y cuál es su costo emocional en la población.

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