Los rendimientos nominales del plazo fijo parecen altos, pero al confrontarlos con la inflación real, el resultado es una pérdida constante. Te mostramos con números por qué esta herramienta de ahorro tradicional es hoy sinónimo de decepción.
El plazo fijo ha sido históricamente el refugio de los ahorristas más conservadores en Argentina, sin embargo, su realidad actual dista mucho de ser una protección. A pesar de que las tasas nominales de interés superan ampliamente el 100% anual, los números fríos demuestran que esta herramienta se ha convertido en una fuente de profunda decepción al no lograr el objetivo primordial: ganarle a la inflación.
La «impactante realidad» del plazo fijo se revela al analizar la Tasa Efectiva Anual (TEA) y compararla con el índice de precios al consumidor (IPC). Con una inflación proyectada por encima de la TEA, el ahorrista no solo no gana, sino que su dinero pierde poder adquisitivo mes a mes. El capital invertido se mantiene, pero su capacidad de compra se erosiona en silencio, generando una decepción monetaria.
El problema se agrava con la política de tasas del Banco Central (BCRA), que busca mantenerlas por debajo de la inflación para reducir la carga de intereses de los pasivos remunerados. Esta estrategia, aunque necesaria para la estabilidad fiscal, castiga directamente al ahorrista que, por falta de conocimiento o aversión al riesgo, no se aventura en el mercado de bonos o el dólar. El plazo fijo se ha transformado en un impuesto a la ignorancia financiera.
La decepción también se extiende a los plazos más cortos. El retiro anticipado o la necesidad de liquidez obliga al inversor a renovar constantemente, exponiéndose a tasas variables y perdiendo el efecto del interés compuesto. En Mendoza, donde los ahorristas son tradicionalmente conservadores, la frustración es palpable. Muchos optan por el stockeo de bienes durables (alimentos no perecederos o materiales de construcción) antes que inmovilizar dinero en el banco.
La promesa de la nota es cumplida al justificar por qué «ya no sirve»: su rendimiento real es negativo. Se recomienda buscar alternativas de inversión que ajusten por inflación (como ciertos bonos CER) o, para quienes tienen baja tolerancia al riesgo, invertir en instrumentos que permitan liquidez inmediata y se ajusten al dólar como reserva de valor.




