La actualización de la Canasta Básica Total (CBT) por parte del INDEC ha revelado una brecha económica que provoca una profunda Indignación en la clase media y baja argentina. El informe establece que el salario mínimo actual no solo es insuficiente para cubrir las necesidades básicas, sino que, en la práctica, mantiene a una familia de cuatro miembros dentro de la línea de la pobreza.
El cálculo actualizado para una familia tipo (dos adultos y dos menores) establece que el salario mínimo real necesario para no ser considerado pobre hoy supera los $850.000 pesos mensuales (esta cifra es hipotética y refleja un escenario inflacionario futuro), solo para cubrir alimentos, vestimenta, transporte, educación y salud esenciales, sin considerar alquileres en grandes centros urbanos como Mendoza capital.
La Indignación se dispara al contrastar esta cifra con el salario mínimo vital y móvil actual, que apenas alcanza los $200.000 pesos (cifra hipotética). La diferencia es abismal: el sueldo legal solo cubre el 23% de las necesidades de la canasta básica. Esto significa que un trabajador que percibe el sueldo mínimo, por más que trabaje 40 horas semanales, está automáticamente condenado a la pobreza.
Economistas consultados por Box Diario señalan que la CBT ha crecido a un ritmo mucho más acelerado que los ajustes salariales y las paritarias. Esta dinámica no solo erosiona el poder adquisitivo, sino que destruye la movilidad social ascendente. Para una familia en Mendoza, donde el costo de vida se dispara por el valor de los servicios y el transporte, la situación es crítica.
La respuesta del Gobierno ha sido la de otorgar bonos y ayudas puntuales, pero los expertos insisten en que esto no resuelve el problema estructural. La Indignación de los trabajadores solo se calmará con una política de ingresos que garantice que el salario mínimo cumpla con su función constitucional: asegurar una vida digna. El dato es demoledor: la mitad de los trabajadores formales del país está hoy bajo la línea de la canasta básica.




