El Banco Central de la República Argentina (BCRA) sorprenderá al mercado con un movimiento de ajedrez financiero que promete traer un moderado alivio a la economía real, pero al mismo tiempo generará un dolor de cabeza a los ahorristas tradicionales. En una decisión ejecutiva, la entidad monetaria flexibilizó el cálculo de los encajes bancarios , la porción de los depósitos que las entidades financieras están obligadas a inmovilizar. Esta medida, aunque técnica, tiene consecuencias directas y muy perceptibles.
La lógica es simple: al liberar parte de esos fondos que estaban “encajados” (inmovilizados), el BCRA busca inyectar liquidez al sistema. La intención final es doble: por un lado, fomentar un incipiente crédito a un menor costo, crucial para la reactivación económica, y por otro, dejar en claro que la etapa de tasas de interés exorbitantes para contener la inflación ha comenzado a culminar. La señal del BCRA es inequívoca: el dinero debe moverse, no estancarse en instrumentos pasivos.
La consecuencia más inmediata y dramática de esta flexibilización es la esperada baja en las tasas de plazo fijo . Las entidades bancarias ya no necesitarán competir agresivamente por captar depósitos si el regulador les da más margen para operar con el dinero existente. El rendimiento que los ahorristas han percibido en los últimos meses por dejar su dinero a 30 días comenzará a caer en cascada. Este es el gran vacío de curiosidad para el lector: ¿cuánto perderé en mi próximo plazo fijo?
Los analistas proyectan que las tasas podrían caer entre 5 y 10 puntos en las próximas semanas, forzando a los ahorristas a buscar alternativas que ofrezcan mejor rendimiento , como fondos comunes de inversión o instrumentos atados a la inflación. Este giro del BCRA marca la nueva fase del plan monetario: pasar del control de liquidez por la fuerza al intento gradual de reactivación. El alivio será para las empresas que busquen crédito, pero el esfuerzo lo pagará el pequeño ahorrista que ve cómo su renta se diluye.




