El mercado financiero argentino amaneció con un fenómeno que pocos analistas se atrevían a pronosticar con tanta virulencia: el Dólar Blue sufrió un desplome histórico, cayendo en picada, mientras que los bonos y acciones argentinas en Wall Street (los ADR) experimentaron una jornada de euforia sin precedentes. Este brusco cambio de ánimo no fue una simple reacción a la calma, sino el resultado de una ingeniería política y económica que ahora sale a la luz.
La razón oculta detrás de esta caída libre del dólar informal y la simultánea fiesta bursátil tiene un nombre: Confianza en el Plan de Estabilización Rápida. El reciente triunfo del oficialismo en las elecciones legislativas fue interpretado por los grandes inversores extranjeros no solo como una victoria política, sino como un mandato claro para acelerar las reformas estructurales largamente postergadas. Los bancos de inversión globales, que hasta hace horas miraban a Argentina con cautela, vieron en el resultado la luz verde para un ajuste fiscal decisivo y la eliminación del cepo cambiario en el corto o mediano plazo.
Lo que verdaderamente impactó al mercado, la «jugada silenciosa», fue el compromiso tácito de la nueva conformación legislativa para la aprobación del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Fuentes cercanas al Palacio de Hacienda confirmaron a Box Diario que esta certeza, sumada a la señal de que el Banco Central se abstendría de intervenciones agresivas y mantendría la tasa de interés alta, desarmó rápidamente las expectativas devaluatorias que sostenían al Dólar Blue. Los grandes players decidieron deshacerse de sus posiciones en el mercado informal para volcarse a la compra masiva de activos en pesos, como bonos y acciones, esperando un rally todavía mayor.
La consecuencia fue inmediata: el Riesgo País se desplomó a niveles mínimos en la era de la actual gestión, permitiendo que las acciones de empresas argentinas en Nueva York se dispararan hasta un 48% en un solo día, una suba que rompió récords históricos. Este reacomodamiento no es meramente especulativo; es un voto de confianza concreto que el capital internacional otorga al país, apostando a que el nuevo gobierno tiene ahora el momentum político necesario para implementar las medidas más duras.
Para el ciudadano de a pie, esta caída del Dólar Blue genera alivio momentáneo, pero también una gran incertidumbre. La baja refleja una esperanza de estabilidad, pero la promesa de un plan de ajuste fiscal ambicioso sugiere que la calma cambiaria estará acompañada de decisiones difíciles en materia de tarifas y gastos. El mercado festejó la señal de shock, y ahora el país espera los detalles del costo de esa euforia.




