El mundo de las criptomonedas, conocido por su extrema volatilidad, demostró una vez más su lado más oscuro. Esta vez, el epicentro del desastre no fue un gigante internacional, sino un broker mendocino, «CuyoExchange», cuyo colapso repentino ha dejado en la calle a cientos de pequeños y medianos inversores locales. La plataforma, que se promocionaba como la «puerta de entrada a las criptomonedas en Cuyo», cerró de un día para el otro, generando un Pánico que se traduce en millones de pesos perdidos.
El gap de curiosidad es la causa real del colapso, que no es económica. El Pánico se debe a que, a diferencia de otros crashes del mercado, el colapso de «CuyoExchange» no fue producto de una caída generalizada del precio del Bitcoin o el Ethereum. La denuncia inicial presentada en la Fiscalía de Delitos Económicos apunta a una supuesta «salida fraudulenta» de los dueños, quienes habrían transferido los fondos de los clientes, compuestos por Bitcoins, USDT y otras criptomonedas, a cuentas en el exterior. La sede física de la empresa en Godoy Cruz amaneció con un cartel de «Cerrado por reformas» y las líneas de contacto están desactivadas, lo que profundiza el Pánico entre los ahorristas. Se estima que las pérdidas superan los 200 millones de pesos.
La promesa de valor de esta nota es la guía legal para los damnificados. Box Diario detalla los pasos urgentes que deben seguir los afectados. En primer lugar, es crucial recopilar toda la documentación que pruebe la inversión: tickets de transferencia bancaria, capturas de pantalla de la plataforma y correos electrónicos de confirmación. La denuncia inicial de Pánico por estafa ya se consolidó en una querella colectiva. El abogado a cargo explicó que la única vía de recuperar parte del capital es a través de un embargo preventivo de los bienes de los titulares de la empresa y la cooperación de entidades internacionales para rastrear las criptomonedas transferidas a wallets extranjeras. Este colapso es un recordatorio brutal de que el mercado de criptomonedas en Argentina opera sin una regulación clara, dejando a los inversores a merced de la buena fe de los brokers. El Pánico financiero es ahora un caso judicial de alta complejidad.




