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    La nueva cepa de Malbec que resiste el cambio climático y salvará la vendimia local

    Científicos del INTA desarrollaron un clon de Malbec con mayor grosor de piel y resistencia hídrica, preparado para el futuro seco de Mendoza. Este avance en vitivinicultura enciende la esperanza de productores que temían por la viabilidad de la cepa insignia.

    El futuro del vino mendocino, pilar de la economía provincial, se ha visto nublado por las proyecciones del cambio climático: menos lluvias, temperaturas extremas y un aumento en la frecuencia de granizadas. La viabilidad del Malbec, nuestra cepa insignia, estaba en entredicho. Sin embargo, un trabajo de años de investigación en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha dado sus frutos, trayendo una oleada de esperanza al sector. Se trata del desarrollo de una nueva cepa de Malbec, o más precisamente, un clon de élite que posee características genéticas que lo hacen extraordinariamente resistente a las condiciones adversas del futuro.

    El clon, denominado experimentalmente «Malbec Cuyo 2030», ha sido seleccionado por su capacidad de adaptación. La Dra. Ana Lucero, directora del proyecto, explica que el secreto reside en dos atributos fenológicos cruciales. El primero es un mayor grosor de la piel de la baya. Esta capa más robusta ofrece una protección natural superior contra el estrés hídrico (sequía) y la radiación solar intensa, además de hacerla menos susceptible a la rotura por granizo leve. El segundo es un sistema radicular (raíces) más profundo y eficiente, que permite a la planta acceder a la humedad de capas inferiores del suelo, optimizando el uso del agua.

    Las pruebas de campo en el Valle de Uco y en Luján de Cuyo han sido concluyentes. En las condiciones de la última vendimia, marcada por olas de calor inusuales, el clon «Cuyo 2030» mostró una diferencia de rendimiento del 25% superior a la cepa tradicional, con una calidad de uva (medida en acidez y concentración de taninos) que se mantuvo estable. Este dato es lo que ha generado una gran esperanza en la industria, que ve en este avance la clave para salvar la vendimia local de las peores consecuencias del clima.

    Este no es un Malbec modificado genéticamente, sino un producto de la selección natural asistida y el cruzamiento de los mejores ejemplares locales. Es un testimonio de que la ciencia mendocina puede ofrecer soluciones sostenibles a los desafíos ambientales. Los primeros sarmientos para injertos ya están siendo distribuidos entre los productores que participan en el programa piloto del INTA, y se espera que en los próximos cinco años este nuevo clon se convierta en el estándar en las zonas más afectadas por la sequía.

    La noticia es vital para la identidad de Mendoza. El Malbec es nuestra bandera; asegurar su continuidad y calidad es garantizar la prosperidad futura. La esperanza es que esta nueva cepa no solo resista, sino que eleve el estándar de calidad del vino mendocino, demostrando al mundo que la tradición y la ciencia pueden fusionarse para enfrentar el cambio climático. Este desarrollo es un brindis por el futuro sostenible de nuestros viñedos.

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