Lo que debía ser una reunión protocolar de San Lorenzo en las oficinas de la AFA terminó en un descontrol de gritos y agresiones físicas que desnudó la guerra interna del club. El intento de agresión al presidente Marcelo Moretti por parte de un miembro de la comisión directiva tiene un trasfondo financiero millonario que expone la crisis institucional.
Las paredes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) fueron testigo de un suceso bochornoso que expuso la profundidad de la crisis institucional que atraviesa San Lorenzo de Almagro. Lo que se filtró como un «clima caliente» se confirmó como un escándalo de agresiones físicas: un dirigente de peso, cuyo nombre ya circula en las entrañas del club, intentó arrojarle una trompada al actual presidente, Marcelo Moretti, en el hall principal. El agresor, identificado como Rubén Darío Martínez, un vocal de la Comisión Directiva alineado con una facción opositora interna, fue contenido por personal de seguridad antes de que la situación pasara a mayores.
La indignación que desató el incidente no es meramente personal, sino política y económica. Según pudo confirmar Box Diario con fuentes dentro de la AFA, la disputa se originó por el manejo de los ingresos futuros del club, específicamente por la negociación de un porcentaje de derechos de televisación que el club mantiene hipotecados y la falta de transparencia en la contratación de un delantero. Martínez habría acusado a Moretti de «ocultar información crítica» sobre un acuerdo con una financiera que pondría en riesgo un activo importante del club a cambio de liquidez inmediata, algo que la dirigencia oficialista desmiente enfáticamente.
El clima de tensión en San Lorenzo es insostenible. Mientras el equipo lucha por clasificar en el torneo local (la reciente victoria ante Riestra trajo un respiro deportivo), el tablero institucional está roto. Este tipo de enfrentamientos, que escalan hasta la violencia física en el máximo organismo del fútbol argentino, no solo manchan la imagen de la institución, sino que pueden acarrear sanciones directas de la AFA, cuyo presidente, «Chiqui» Tapia, ya advirtió sobre la posibilidad de desafiliación o intervención en casos de descontrol institucional extremo.
El hecho de que la disputa se haya ventilado de forma tan escandalosa y pública en la AFA sugiere que la confianza entre las facciones directivas se ha evaporado por completo. La masa societaria, que ya sufre la inestabilidad deportiva y económica, observa con preocupación cómo la lucha por el poder interno pone en jaque la estabilidad del club. Moretti, que minimizó el incidente públicamente hablando de «diferencias lógicas», ahora enfrenta la necesidad urgente de tomar medidas drásticas contra el dirigente Martínez para enviar una señal de orden. Este episodio no es solo una pelea de egos; es el reflejo de un fútbol argentino donde las deudas y la desconfianza se dirimen, a veces, a golpe de puño.




