La confirmación de la final de la Supercopa entre River Plate y Boca Juniors debería ser motivo de celebración. Sin embargo, la durísima decisión de la AFA sobre la sede del partido ha desatado una furia secreta en las dirigencias de ambos clubes, llevando la Tensión a un nuevo pico en la relación con el ente rector del fútbol argentino.
La AFA, buscando maximizar ingresos y seguir la tendencia de internacionalizar el fútbol argentino, optó por una ciudad de Emiratos Árabes Unidos. Este destino, si bien lucrativo, generó un conflicto inusual: la unión de River y Boca en un reclamo común, algo que rara vez sucede.
La furia secreta de los clubes se centra en dos puntos: la logística y la división de los ingresos. Ambas instituciones argumentan que el viaje a una sede tan lejana en plena temporada de competiciones locales y Libertadores altera su planificación deportiva y genera un desgaste innecesario en los planteles. Pero el núcleo del problema es económico: los clubes consideran que la AFA está reteniendo una porción desproporcionada de los millonarios ingresos generados por la Supercopa.
La Tensión es máxima entre el Consejo de Fútbol de Boca y la dirigencia de River. Si bien el Xeneize tiene un historial más confrontativo con Tapia, River se sumó al reclamo, sintiéndose subvalorado en la negociación. Este frente unido obligó a la AFA a revisar las condiciones de distribución de premios y costos.
La durísima decisión de AFA es una apuesta a la economía, sacrificando el interés deportivo y la cercanía de los hinchas que no podrán viajar. La promesa de valor se cumple al revelar que la sede de la Supercopa no fue una elección consensuada, sino una imposición que obligó a los dos archirrivales a sentarse en la misma mesa para reclamar contra el establishment. El fútbol argentino se ha convertido en un negocio donde el dinero dicta la Tensión, incluso en el superclásico.




