Esta noche la Lepra mendocina puede hacer historia ante el poderoso River Plate en la semifinal de la Copa Argentina. Hay un detalle estadístico clave del Estadio Kempes que juega a favor del equipo mendocino y que el cuerpo técnico lo tiene presente.
La noche de este viernes 24 de octubre de 2025 no será una más para el pueblo azul de Mendoza. Independiente Rivadavia se enfrenta a River Plate en la semifinal de la Copa Argentina en el Estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, en lo que es, sin lugar a dudas, el partido más importante de su historia reciente. La diferencia de presupuesto, figuras y poderío histórico es abismal, pero la ilusión que moviliza a la “Lepra” se apoya en una certeza: en el fútbol, lo intangible a veces pesa más que el once titular.
Lo que muchos analistas pasan por alto, y lo que el cuerpo técnico mendocino ha trabajado intensamente, es el factor psicológico que envuelve a River Plate en la Copa Argentina. Es una verdad tácita que, en los últimos años, el «Millonario» ha demostrado una presión desmedida en instancias decisivas ante rivales de menor jerarquía en este torneo, a veces cayendo en la trampa del exceso de confianza. El equipo de Primera está obligado a ganar; la «Lepra» tiene prohibido no soñar. Esa asimetría emocional es el primer punto de esperanza.
El segundo factor que pocos recuerdan está en el campo de juego. El Estadio Kempes, donde se jugará el encuentro, no solo será una cancha neutral, sino que tiene una particularidad que beneficia al equipo mendocino. Si bien River ha jugado allí, las condiciones del césped y las dimensiones del campo, a menudo criticadas por no estar en su estado óptimo, favorecen la garra y el despliegue físico por sobre el juego de toque exquisito que intenta imponer el equipo de Núñez. Este tipo de canchas empareja las fuerzas, obligando al favorito a batallar en una zona de incomodidad.
Además, el dato que pocos manejan es la presencia masiva de la hinchada mendocina. Más de 4.000 hinchas de Independiente Rivadavia viajaron a Córdoba, teñirán el sector que les corresponde de azul y blanco, y generarán un clima de localía inesperado. Esto contrasta con la habitual indiferencia con la que los grandes suelen tomar estas instancias de Copa, viéndolas como un trámite. Para la Lepra, es una final anticipada, y el aliento ensordecedor de su gente es un combustible que no se puede subestimar.
El partido se juega 11 contra 11. La clave de Independiente Rivadavia para capitalizar esta ilusión reside en anular el mediocampo creativo de River, ser efectivos en la presión alta y aprovechar al máximo las jugadas de pelota parada. Un gol temprano de la «Lepra» podría desatar el nerviosismo del rival y convertir la ilusión mendocina en una gesta épica. Los héroes se forjan en noches como esta, y Mendoza ya está lista para celebrar la hazaña más grande de su equipo.




