Gallardo River. El aura de intocable y la sensación de invulnerabilidad que rodearon a Marcelo Gallardo durante una década en el banco de River Plate han comenzado a resquebrajarse. Tras la dura eliminación de la Copa Argentina a manos de un equipo mendocino, el ciclo del “Muñeco” ingresó en su peor momento histórico, desatando una preocupación real en el mundo riverplatense. Los superpoderes del DT parecen agotados, y sus propias palabras encendieron las alarmas sobre una posible salida a fin de año.
El control de años de Gallardo River se basó en la obsesión por el detalle, la intensidad constante y la unidad del grupo. Hoy, ese equipo está roto. Las últimas derrotas no solo fueron caídas deportivas, sino exhibiciones de un equipo sin alma, sin reacción y con figuras que parecen haber tocado su techo. La crítica ya no viene solo de los medios, sino de una parte significativa de la hinchada que, si bien respeta su legado, ya no lo considera inmune al cuestionamiento.
El periodista Nico Berardo, analista de Olé, describe esta etapa como el “peor momento de Gallardo en River” en lo que respecta a rendimiento y toma de decisiones. El técnico armó este plantel, es cierto, pero sus movimientos tácticos recientes y la insistencia con nombres que ya no rinden, han sembrado dudas. En la conferencia de prensa post-eliminación, Gallardo River mencionó que a fin de año evaluará si debe tomar «decisiones», una frase que fue interpretada en el entorno como un posible mensaje sobre su propio futuro.
El temor es que el entrenador, al percibir que ya no tiene las herramientas para motivar o reinventar al equipo, dé un paso al costado. Su figura siempre fue sinónimo de la refundación constante. Si ese motor se apaga, la preocupación de los hinchas es que el ciclo más glorioso del club termine con un sabor amargo.
El próximo partido de River, el último de la fase regular del Clausura, será un cabildo abierto en el Monumental, una cita crucial no solo para la clasificación a la Libertadores, sino para medir el termómetro popular. Lo que suceda de aquí a diciembre no solo definirá las vacaciones de los jugadores, sino el legado y el destino inmediato del entrenador más ganador en la historia del club. La promesa de valor es la claridad: la crisis es real, y el futuro de Gallardo River es la incógnita más grande del fútbol argentino.




