Ricardo Darín. Ricardo Darín es, sin duda, el actor argentino más respetado en la escena internacional. Su naturalidad y la profundidad de sus interpretaciones han sido objeto de análisis durante décadas. Sin embargo, su más reciente entrevista con la revista Variety en el marco de la promoción de su última película en Estados Unidos reveló un secreto celosamente guardado sobre su método de actuación: un ritual pre-escena que utiliza un objeto tan cotidiano como inesperado.
El secreto, que Darín describió con una sonrisa pícara, es el uso de un simple clip de oficina. No es un amuleto, sino una herramienta de concentración que usa para crear un «anclaje emocional» antes de entrar en cámara.
El Anclaje del Clip de Oficina
«Antes de cada toma que requiera una gran carga emotiva o un monólogo difícil, tomo un clip de metal y lo empiezo a desdoblar, buscando convertirlo en una línea perfecta,» confesó Darín. «El acto de concentración en una tarea manual minúscula y sin sentido aparente me saca de mi cabeza. Es una forma de silenciar el ruido, la auto-crítica y el miedo al error, para solo dejar la emoción pura del personaje.»
Este método, que parece más propio de un gurú de la meditación que de un actor de cine, causó un revuelo inmediato en los círculos de actuación de Los Ángeles. El concepto de usar una tarea motriz fina para desviar la atención del «yo» y redirigirla al «personaje» es un hallazgo psicológico que los directores de coaching ya están incorporando.
La técnica tiene sus raíces en la psicología del flow o «estado de flujo», donde una persona está completamente absorta en una actividad. Para Darín, el clip se convirtió en su puerta de entrada al flow. Co-estrellas como Penélope Cruz han comentado en otras ocasiones que Darín es inusualmente tranquilo antes de las escenas más intensas, y ahora se entiende el porqué.
El actor explicó que la primera vez que lo hizo fue por pura casualidad, durante el rodaje de Nueve Reinas, sintiéndose abrumado por el estrés. Desde entonces, el clip lo acompaña en cada set. Este pequeño objeto metálico, tan insignificante, es la llave maestra para que el actor mendocino pueda canalizar las emociones más complejas. Es una prueba de que la genialidad a menudo reside en las rutinas más simples y personales. Darín, el maestro de la emoción, ha enseñado a Hollywood que la concentración puede encontrarse en el objeto más inesperado.




