El hallazgo en la formación Sierra Barrosa de Malargüe ha puesto a la paleontología mendocina en el mapa mundial. Los restos pertenecen a un nuevo género de saurópodo, un herbívoro de cuello largo, pero con una diferencia crítica en su estructura espinal. La característica nunca vista reside en la morfología de sus vértebras cervicales: poseen una serie de protuberancias y cavidades aéreas (neumaticidad) que no solo aligeraban el peso del cuello, sino que también sugiere una disposición muscular totalmente distinta a la de sus parientes conocidos. Los investigadores han bautizado a la especie provisionalmente como Andesaurus Boxdiariensis (pendiente de publicación científica).
Este espécimen, datado en el Cretácico Superior, alrededor de 85 millones de años, desafía la teoría predominante sobre la diversificación de los saurópodos titanosaurios en Sudamérica. Se creía que la separación evolutiva de estos gigantes estaba más marcada por la geografía. Sin embargo, este Dinosaurio Malargüe exhibe características primitivas mezcladas con adaptaciones extremadamente avanzadas. El asombro en la comunidad científica es palpable, ya que la combinación de rasgos implica que la evolución de los cuellos largos fue mucho más compleja y que nuestra región fue un punto focal de experimentación biológica. Este descubrimiento obliga a reexaminar colecciones de otros países sudamericanos, buscando ejemplares que hayan sido mal clasificados y que compartan este patrón vertebral único. Malargüe se consolida, una vez más, como un tesoro geológico y paleontológico.




