El actual gobernador fue categórico al hablar sobre el legado económico que aspira a dejar a la provincia. Su afirmación sobre «volver a hacer minería» implica un giro estratégico que sacudirá la matriz productiva.
En un contexto de profundo debate económico nacional, el gobernador Alfredo Cornejo ha puesto una declaración potente sobre la mesa que inyecta una dosis de esperanza en el futuro productivo de la provincia. En una entrevista reciente, el mandatario fue consultado sobre cómo le gustaría ser recordado al finalizar su gestión, y su respuesta fue reveladora, marcando una hoja de ruta audaz: «Me gustaría ser recordado porque se volvió a hacer minería en Mendoza».
Esta afirmación no es casual. Toca el punto más sensible y debatido de la economía mendocina de las últimas dos décadas: la minería de gran escala. Cornejo, con esta frase, no solo se posiciona como un líder dispuesto a afrontar la controversia, sino que reafirma su convicción de que la diversificación de la matriz productiva de Mendoza, históricamente centrada en el vino, debe incluir la explotación sustentable de sus recursos minerales.
El deseo de Cornejo, al ser recordado por impulsar la minería bajo la Ley 7722 o bajo un nuevo marco de consenso, implica un cambio estratégico masivo para la economía local. El potencial de la minería, especialmente en el sur provincial, podría generar miles de puestos de trabajo directos e indirectos, y proporcionar a Mendoza una fuente de ingresos en dólares crucial para el desarrollo de infraestructura y la mejora de servicios. Este plan es la clave del curiosity gap.
La esperanza que genera esta visión se basa en el éxito de provincias vecinas que han logrado un desarrollo económico significativo gracias a la actividad minera. No obstante, el desafío es inmenso. El gobernador sabe que cualquier avance en la Cornejo mineria debe ser con absoluta transparencia, con el consenso social y, sobre todo, con la certeza técnica y legal de que el recurso hídrico, sagrado para Mendoza, estará totalmente protegido.
La promesa de valor de esta noticia para el mendocino es la posibilidad de un futuro económico más robusto. El desafío es cómo lograrlo sin caer en los errores del pasado. La administración actual deberá trabajar en desmitificar los riesgos, fortalecer los controles ambientales y garantizar que la riqueza generada se quede en la provincia. El camino hacia ser el «gobernador de la minería» será espinoso, pero si lo logra, la economía de Mendoza cambiará radicalmente, cumpliendo con la esperanza de un destino productivo más amplio.




