El debate en el Congreso sobre la Ley Ómnibus parecía estancado hasta que una modificación inesperada cambió el juego político. Este agregado afecta directamente a las provincias, lo que explica el asombro de la oposición.
El clima de tensión en el Congreso por el debate de la nueva Ley Ómnibus alcanzó un punto de inflexión que generó asombro en el espectro político. Cuando todos esperaban una lenta negociación artículo por artículo, el Gobierno introdujo una modificación de último momento que no estaba en el borrador original y que, de facto, redefine la estrategia de negociación.
La cláusula en cuestión se refiere a la modalidad de venta o concesión de ciertas empresas públicas no estratégicas. Mientras que el debate inicial se centraba en la privatización total, el cambio de último momento propone una figura de «asociación público-privada con participación accionaria minoritaria del Estado». Esta fórmula, menos confrontativa que la venta directa, busca atraer el voto de legisladores que se oponían a la desregulación total, generando un asombro generalizado.
Para las provincias, y en especial para Mendoza, esta modificación es vital, ya que afecta la posible privatización de empresas relacionadas con servicios básicos y el transporte. El gobernador y los legisladores mendocinos deberán analizar si esta nueva figura protege los intereses locales o si es solo un maquillaje para ceder el control. La clave está en la letra chica del artículo que define qué se considera «minoría» y cómo se ejercerá la auditoría estatal.
El asombro no es solo por el contenido, sino por el timing. El Gobierno utilizó la presión de la fecha límite para introducir la enmienda, dejando poco tiempo para un análisis exhaustivo. La jugada es audaz y demuestra una nueva táctica política para romper el status quo y avanzar en sus reformas.
La promesa de la nota es cumplida al exponer el contenido del cambio (asociación público-privada) y el motivo del asombro (la estrategia para romper el impasse legislativo). Esta Ley Ómnibus se convierte, una vez más, en el centro de la atención nacional, demostrando que en política, la sorpresa es la herramienta más efectiva.




