El susto de la jornada se vivió en pleno centro de la Ciudad de Mendoza, donde un ascensor con capacidad para tres colapsó con seis personas a bordo. El peritaje técnico posterior reveló una falla crítica en el sistema que pudo haber terminado en tragedia.
Un grito de miedo resonó en pleno centro de la Ciudad de Mendoza luego de que un Ascensor Desplomado se precipitara con seis personas en su interior. El incidente, ocurrido en un edificio de gran altura, revivió el terror a las fallas mecánicas y puso en alerta a las autoridades de seguridad e higiene. El hecho es alarmante no solo por el colapso en sí, sino por la terrible razón que explica por qué el Ascensor Desplomado llevaba el doble de la capacidad permitida.
El ascensor tenía una capacidad máxima claramente marcada para tres personas. El peritaje preliminar reveló que el peso combinado de los seis ocupantes superaba el límite de seguridad, lo que, sumado a una falla en el sistema de frenado, desencadenó el desplome. La terrible razón es la imprudencia colectiva. La urgencia de la vida moderna y el simple deseo de no esperar llevó a duplicar la carga de un elevador cuya antigüedad ya generaba dudas, lo que intensifica el miedo ante la falta de mantenimiento adecuado.
Afortunadamente, el Ascensor Desplomado activó un sistema de seguridad secundario que evitó la caída libre total, mitigando las heridas de los ocupantes. Sin embargo, todos fueron trasladados a centros asistenciales con politraumatismos y crisis nerviosas. La DGE y el área de Higiene y Seguridad de la Municipalidad de Ciudad iniciaron una investigación no solo sobre los ocupantes, sino sobre la empresa a cargo del mantenimiento del edificio.
Este incidente es un llamado de atención. El miedo no solo debe centrarse en la falla mecánica, sino en la laxitud con la que se toman las normas de seguridad. Los expertos advierten que muchos edificios en el microcentro de Mendoza poseen ascensores con décadas de uso y que la sobrecarga habitual acelera su deterioro. La historia del Ascensor Desplomado es una lección brutal sobre la importancia de respetar los límites de capacidad y la necesidad urgente de una auditoría rigurosa de los sistemas de elevación en toda la Ciudad de Mendoza, antes de que el siguiente susto se convierta en una tragedia irreparable.
